El otro día cuando exploraba el metro de Moscú se me hizo tarde. Me dieron las 14:00 y decidí que era el momento de emerger de las profundidades marmóreas en las que me hallaba y buscar comida en el mundo exterior. Elegí aleatoriamente la estación de Kitai Gorad, y aunque no quería ir a la Plaza Roja porque quería disfrutar de ella con tiempo y tranquilidad, fui incapaz de darme la vuelta y regresar.
Y de este modo, sin buscarlo, alcé la vista hacia el horizonte y me encontré con esta maravilla, la Catedral de San Basilio
No es la primera vez que la veo, pero siempre me produce una sensación de irrealidad, como si me transportase a un mundo de fantasía. Como si sus cúpulas multicolor retorcidas hacia el cielo tuviesen el poder de evocar en mi los recuerdos de un sueño que tal vez olvidé hace mucho.
Puede que Iván IV "El Terrible" fuese un gobernante cruel, sobretodo con los suyos, pero esta magnífica catedral, que se terminó en el 1561 y que conmemora la conquista del Kanato de Kazán, sin duda fue un acierto.
El caso es que tras todas estas reflexiones yo seguía hambriento, así que opté por la comida rápida rusa, que es por cierto deliciosa.
Blini de salmón ahumado con ensalada de guarnición, todo regado con pepsi de la casa. El blini estaba buenísimo, la gruesa loncha de salmón ahumado se había cocinado parcialmente, estando algunas partes ahumadas y otras no.
Y como lo prometido es deuda aquí está la prueba de vida, para que quede patente que no me han secuestrado los chechenos y están escribiendo ellos el blog :p
Y con esto y un bizcocho, ¡hasta mañana a las ocho! (literalmente porque las cortinas no tapan el sol y me despierto prontísimo jajaja)
